lunes, 23 de febrero de 2015

Liborio Bataller

Cuentan los historiadores que el territorio donde hoy se encuentra el municipio de Segovia sobre la cordillera central y limítrofe con el Departamento de Bolivar, estuvo habitado por los indios Tahamíes y Yamesíes. Más tarde, con el Descubrimiento y la Conquista, fueron enviadas varías expediciones armadas para explorar la región, de las cuales no volvió a tenerse noticias. Tampoco se conoce con precisión la fecha en que estos audaces y temerarios aventureros se adentraron en tan peligrosa e inhóspitas regiones.

Lo más cierto es que ya muy entrado el siglo XIX, Don Blas Bataller y sus hijos Blas y Liborio, oriundos de la ciudad española de Segovia, resolvieron poner a prueba su espíritu aventurero y abordaron una de esas embarcaciones que emprendían viajes hacia el Nuevo Mundo, más concretamente a la Nueva Granada.

Al cabo de muchos días, desembarcaron en Santa Marta. Después de escuchar que en la Provincia de Antioquia, en una localidad selvática y peligrosa, había oro en abundancia, sin más preámbulos y navegando por los ríos Magdalena, Cauca y Nechí, llegaron a Zaragoza de las Palmas, de donde se trasladaron a la tierra prometida, transitando por la vía que desde esa época era llamada “La Trocha”.

Llegado que hubieron al lugar escogido a un lado del hoy parque principal, construyeron los primeros ranchos que sirvieron también para que otros colonos que llegaron posteriormente, se instalaran. Fueron los fundadores del caserío de Tierradentro que tomó el nombre de Segovia en virtud del decreto expedido el 3 de junio de 1865 por el general José María Campo Serrano, jefe civil y militar de Antioquia.

A poco andar, Don Blas y sus hijos, además del laboreo en minas y quebradas auríferas, montaron tienda y botica donde expendían diferentes productos y compraban oro, que a su vez remitían a España en disecados cueros de tigre.

Un día Don Blas se sintió enfermo. Deseoso de no morir  lejos de su patria, con buena cantidad de oro y acompañado por sus dos hijos, emprendió el viaje de regreso por la vía de Santa Marta, pero solo pudo llegar hasta Ciénaga donde falleció. Blas, el hijo mayor siguió rumbo a España mientras que Liborio, aduciendo que los negocios requerían su presencia en el municipio de de Segovia, regresó.

Pero sus inquietudes no estaban relacionadas únicamente con los negocios. En el municipio de Remedios, limítrofe con Segovia, había quedado la hermosa joven Justiniana Jiménez de quien estaba enamorado. A su vuelta la desposó y tuvo con ella tres hijos: Julia, Joaquín y Rita.

Ya sobre las postrimerías del siglo XIX, Don Liborio, enfermo y agotado, se trasladó a la ciudad de Rionegro para temeperar y recibir atención médica, pero allí lo sorprendió la muerte.

Tomado del libro: Segovia, Estampas, impresiones y recuerdos
Autor: José Barrientos Arango
Editorial Teoría del Color
Medellín (Antioquia)

No hay comentarios: